miércoles, 8 de octubre de 2008

El hombre que fue Jueves

Londres. Principios del siglo XX. El poeta Gabriel Syme comienza a trabajar para Scotland Yard, en un destacamento antianarquista. Conoce a Lucian Gregory, poeta anarquista, con el que se enfrasca en una discusión. Syme acusa a Gregory de no ser un auténtico anarquista. Para convencerlo de lo contrario, Gregory lo lleva a una reunión anarquista local. De camino, Syme le confiesa que él es miembro de la policía; ante el aturdimiento de Gregory, incapaz de dar rienda suelta a sus ideas delqnte de un policía, Syme se las ingenia para ser elegido como el representante local en el Consejo Central de Anarquistas mundial (puesto para el quie iba a ser nombrado Gregory). El Consejo está formado por siete hombres, cada uno conocido por el nombre de un día de la semana; Syme recibe el nombre de Jueves.
En 270 páginas, Chesterton escribe una novela de intriga que va mucho más allá. Sus constantes reflexiones, su ironía, su visión del mundo nos sorprenden en cada página.
El libro es difícil de clasificar; tras la novela policíaca se esconden otras posibles interpretaciones...

5 comentarios:

Marian dijo...

El hombre que fue Jueves podría enmarcarse dentro de ese tipo de literatura rara, inclasificable, cuya lectura, por eso mismo, suele marcar.
Yo llegué a esta obra por casualidad, hace ya años. Me llevó a ella un artículo de Juan José Millás, en el que hablaba de los grandes maestros ingleses admirados (Chesterton, Lodge...). Y, como suele pasar cuando se lee con gusto un libro que nadie te ha obligado a leer, me quedé maravillada. Destacaría, sobre todo, su capacidad de jugar con el lenguaje (son brillantes los retruécanos, las paradojas, los toques de humor e ironía...).
Celebro que se incluya un libro así en un plan de lectura. Espero que les guste a los lectores.

Jesús dijo...

Uno recuerda lo que recuerda de los libros leídos, a veces sólo una atmósfera, un "algo" indefinible. "El hombre que fue Jueves" es para mí un libro imprescindible, apasionante, donde lo policial detectivesco se mezcla con lo sobrenatural teológico, como es típico en Chesterton.
Atentos a ese final maravilloso, un cruce abierto a muchos significados.
Os ánimo a leerlo sin demora.

X dijo...

La historia de cómo llegué a El hombre que fue Jueves es de lo más insólita, pues fue leer un pasaje (varios, en realidad, pero sobre todo fue por uno) del libro en un videojuego lo que me hizo interesarme por la obra y buscarla hasta que di con ella.

Comencé la lectura entusiasmado, sonriendo cuando encontraba aquellas frases y párrafos que ya conocía, y debo confesar que sentí que el libro iba de más a menos. El inicio, y sobre todo la primera reunión anarquista que conlleva el ascenso de Syme, me parecen fantásticos, pero luego, argumentalmente, el libro decae, y acaba por hacerse incomprensiblemente previsible, hasta llegar a un final de lo más... excéntrico.

Fondo aparte, la escritura de Chesterton, los diálogos, las metáforas, los símiles, son cosas por las que vale la pena leer a un autor. Recomiendo su lectura, pero con la mente despejada, de lo contrario puede ser demasiado enigmática.

E. G-Máiquez dijo...

Para animaros a leer El hombre que fue Jueves puedo hacer lo mejor: desaconsejároslo. Estoy muy de acuerdo con el comentario de X. El hombre que fue Jueves va de más a menos. (Sólo que empieza tan alto que se lo puede permitir.) La clave de la lectura está en su subtítulo, que reza: "Una pesadilla": la novela tiene esas formas blandas propias de los sueños agitados. Lo que mis alumnos llamarían "paranoia". Yo os aconsejaría mucho antes la novela Manalive o los cuentos Cuatro granujas sin tacha, puro Chesterton. Pero espero sinceramente que no me hagáis caso y que os lancéis en los brazos de la pesadilla. Fue lo primero que le leí hace años y aquí sigo entre los brazos de Chesterton, el gordo, quise decir, el grande.

Anónimo dijo...

Me cautivó, a pesar de que uno es anarquista de puro sentimental y a los anarquistas los pone a parir, pero eso es lo de menos, cuando amas una obra lo haces también gracias a sus defectos. Coincido con Máiquez en que va de más a menos, pero de eso te das cuenta una vez lo has sedimentado en el fondo.